
Lo que me sigue llamando la atención es el paralelo que se puede establecer entre esta historia y la experiencia de la dictadura en Chile, y cada dia reafirmo la idea de que las dictauras -vengan de donde vengan, izquierda o derecha, de grupos revolucionarios o reaccionarios, de fundamentalistas, de conservadores o progresistas- lo único que logran es empobrecer a las culturas en donde se llevan a cabo. Quienes se exilian en otros países, muchas veces no logran adaptarse a los nuevos territorios y culturas en las que se establecen, y cuando regresan a sus sociedades de orígen se sienten ajenos, ya que han adquirido demasiado de la otra cultura, dejan de pertenecer a su grupo, se auto excluyen y sufren de inaptabilidad con su propia cultura materna. El comic nos sirve de guia para afrontar estas realidades. A mi lo que más me quedó de él fue que mientras uno no olvide quién es, de donde viene, cuáles son sus valores, será posible adaptarnos a nuevas realidades, aunque en un principio suframos por sentirnos extraños con nosotros mismos. Entender que ese sufrimiento nos entrega sabiduria y fuerza para seguir caminando en un mundo que a ratos nos da la espalda, pero nosostros lo enfentamos y superamos los desafíos, volvemos a ser parte de él creando una nueva realidad con lo que nosostros mismos podemos aportar para la riqueza de esa nueva dimension que se conforma a diario.
En "Persépolis" se recalca la importancia se ser honesto en todo momento, con uno mismo y con los demas. Cuando actuamos desde la mentira o guardándonos nuestras opiniones respecto a algo que nos molesta, nos opacamos, perdemos nuestra libertad, y la tristeza incomprendida reina en nuestros corazones. Hoy en día, en nuestro Chile, 1 de cada 2 personas sufre de algun grado de depresión. Esto en parte tiene que ver con los pocos espacios de diálogo que somos capaces de generar con nuestros pares como ciudadanos. En vez del diálogo reina el monólogo jerarquico; nos tragamos las descalificaciones de un profesor que se cree gurú y nadie dice nada, el jefe en el trabajo le grita a medio mundo y nadie dice nada, en la micro el chofer le dice a los estudiantes que se apreten y cedan sus asientos, y nosostros todos sumisos porque pagamos menos, aceptamos como si no estuvieramos estudiando para que el país progrese. Estas pequeñeces nos frustran un poquito día a día, nos entristecen. Por eso debemos comunicarnos y hablar cuando el sonido interno retumba y la sangre se hierve, canalizar esta energia en algo positivo que con respeto dice lo que siente y siente para encontrar un equilibrio en las relaciones con nuestros pares.
Desde que leí el comic, quedé con la sensación de que debemos decir más lo que pensamos, sin miedo, eso nos hace mas fuertes y enriquecemos nuestra cultura, abrimos la posibilidad de construir nuevas realidades. Somos felices cuando actuamos y tomamos cartas en el asunto, no se trata de ser un entrometido, si no que dejarse llevar y tener un rol en la sociedad, ser crítico de ella.
Estos pensamientos me reafirmó este precioso comic, tan cargado de dramatismo y pureza. Supe que tiene una película, ojalá sea igual de buena que el comic.